Ambientado en el final de las Segunda Guerra Mundial, Hubert Mingarelli; heredero directo de Hemingway y Bábel; nos ofrece aquí una límpida y contenida crónica de las consecuencias y responsabilidades de la guerra, de las víctimas y los verdugos, de cómo los asesinos no son solo quienes disparan, sino todos aquellos que, en distinto grado, participan de un sistema criminal.